miércoles, 28 de febrero de 2007

E-mails para agobiar, ¡pásalo!


¿Cuántos de vosotros tenéis en vuestra lista de contactos alguien que se empeña en informarte de las últimas noticias sorprendentes, que quiere hacerte reír de las fotos más absurdas o que te aconseje con truquillos para conseguir la felicidad durante siete años? ¿Qué considerado es vuestro amigo, verdad?
Yo tengo más de un amigo muy esmerados a que no quede fuera de la crónica del mundo, que esté al día de los casos de tortura en África, de la devastación de la Amazonas, del deterioro de las obras de arte, de la catástrofe natural en América, del maltrato de las niñas en oriente, de la especulación de la vivienda y una infinidad más de noticias que me repugnan y que intento que no me afecten demasiado.

Cuando abro el gmail siempre voy con la esperanza de tener alguna noticia de algún amigo que está lejos y me cuenta cómo se lo está pasando, no pido mucho, hasta un “hola, aquí todo bien” me basta y, si me dice “te añoro” o “te acuerdas cuando… “ soy la más feliz del planeta. Es una desolación encontrarme con mensajes impersonales, mandados a una lista interminable de contactos, ser uno entre un centenar de amigos. Amigos o mejor dicho contactos ya que muchos de ellos sabes que están vivos porque de vez en cuando te mandan, junto a toda su agenda, fotos disgustosas de penes deformes de tías gordas que pasean un perro amorfo. O algo parecido.
Pero lo peor de todos son los mensajes que te cuentan una historia de amor, o que te dan consejos para vivir mejor, o simplemente son frases que-te-hacen-pensar adornadas con el powerpoint. Son estos correos los culpables que tengamos la bandeja de entrada llena de mierda porqué siempre terminan con la amenaza que si no los reenvías a diez de tus contactos te pasará algo muy grave . ¡Cuánto peligro hay en un email! Hay el riesgo de tener un amigo supersticioso, que te los manda (por si acaso y no se sabe nunca, le pasara algo malo) sabiendo que luego espera la felicidad gracias a este inocuo para él, pero no por quién lo recibe, gesto de remitir.